domingo, 25 de noviembre de 2012

me dijo que tenía un alma de camaleón.

Yo estaba en el invierno de mi vida, y los hombres que conocí a lo largo del camino fueron mi único verano, por la noche me quedaba dormida con visiones de mi misma, bailando, riendo y llorando con ellos, mis recuerdos de ellos eran la única cosa que me sostenían y mis únicos momentos felices reales, pero después de una serie de eventos desafortunados, vi mis sueños truncados, pero realmente no me importó porque yo sabía que se necesita conseguir todo lo que siempre quisiste y luego perderlo para saber que es la verdadera libertad, cuando la gente que conocía se enteraba de las cosas que había echo, de como era, me preguntaban el por qué, pero no sirve de nada hablar con esa gente, ellos no tienen idea de lo que es buscar seguridad en otras personas, siempre he sido una chica inusual, mi madre me dijo que tenía un alma de camaleón, sin brújula moral que apunte hacia el norte, sin personalidad fija, solo una indecisión interior que era tan ancha y tan vacilante como el océano y si dijera que no tenía intención de convertirme de esta manera estaría mintiendo, porque yo nací para ser otra mujer, yo no pertenecía a nadie, que pertenecía a todos, que no tenía nada, que quería todo, con un fuego por cada experiencia y una obsesión por la libertad, que me aterrorice hasta el el punto de ni siquiera podía hablar y me empujó hacía un punto de locura que me deslumbró.